Tal y como indica su nombre, el calentamiento es la fase del tratamiento en el que buscamos calentar el tejido y prepararlo para las maniobras que vienen después, las del trabajo muscular, que es la fase que más tiempo ocupa del tratamiento y en la que vamos a realizar las maniobras específicas del tipo de masaje que estemos realizando.
Además de para simplemente aumentar la temperatura de los tejidos, el calentamiento sirve también para esparcir o distribuir el aceite o crema por la zona de tratamiento y, lo que resulta incluso más importante, constituye el primer momento de contacto con nuestro cliente, que debe acostumbrarse a nuestro tacto para conseguir que confíe en nosotros y que su musculatura esté lo más relajada posible, consiguiendo así que las maniobras de masaje sean mucho más penetrantes.
Como su nombre indica…
…el calentamiento se usa para aumentar la temperatura de los tejidos.
Y queremos que los tejidos estén calientes porque de este modo las maniobras que haremos después, las del trabajo muscular, que es la fase que más tiempo va a ocupar de nuestro tratamiento y en el que aplicaremos las maniobras específicas del tratamiento, serán mucho más efectivas.
El calentamiento es el primer contacto con tu cliente
Las maniobras de calentamiento deben ser el primer contacto con tu cliente, la primera vez que pones las manos sobre su cuerpo.
Los clientes deben acostumbrarse a nuestro tacto, pero al comienzo del tratamiento vas a estar muy pendientes de qué estamos haciendo, así que esta primera toma de contacto es muy importante.
Por ello, el calentamiento debe ir en sintonía con el resto del tratamiento, debe explicar qué es lo que vamos a hacer el resto del tratamiento, ser una abanderado del resto de maniobras.
Un error que muchos terapeutas cometen al hacer un masaje
Imagínate en esta situación: una cabina de masaje ambientada, csábanas de tela planchadas sobre la camilla, la clienta tapada con toallas mullidas, suaves y que aún huelen a suavizante, velas con su llama danzando al ritmo del sonido de la brisa marina del hilo musical… y llega el terapeuta y comienza a dar unos pases rápidos, sin seguir ningún ritmo, ahora por aquí, ahora por allá, para poner el aceite.
Y es que el calentamiento es el momento perfecto para poner el aceite o la crema, así que no es necesario repartirlo antes por la zona que vayas a tratar.
¿Qué pasa si no hacemos el calentamiento en el masaje?
Sin un calentamiento apropiado podemos provocar lesiones.
Y es que cuando el tejido no está preparado para recibir ciertas maniobras, especialmente las más agresivas, el aplicarlas puede resultar en roturas de fibras musculares y roturas de capilares (y aparición de hematomas).
Además, el cliente notará más dolor ya que no hemos aportado anteriormente las sensaciones del calentamiento, que es capaz de “apaciguar” a los receptores de presión, del tacto así como a los nociceptores, los receptores del dolor, que estarán más “atentos” y dispararán señales más fácilmente que si hubiéramos aplicado el calentamiento.
Sin olvidar que nuestras maniobras de masaje no serán tan efectivas ya que no podrán llegar a la profundidad a la que llegarían si hubiéramos aplicado el calentamiento. Esto se debe a que, al no estar caliente y blando, el tejido va a mostrar resistencia a nuestras maniobras.
Y si a esta resistencia mecánica le sumas la resistencia extra que va a presentar el tejido a causa del sistema nervioso, resulta en una dureza que nuestras maniobras van a encontrarse.